Dios obró en Mi Vida a Través de Valientes Líderes Católicos Laicos

Cuando tenía 16 años, mi mamá “sugirió” que asistiera a un retiro organizado por nuestra diócesis. Empecé el retiro llena de resentimiento hacia ella por obligarme a ir. Pero tan pronto empezó el fin de semana, empezaron a caerse las vendas de mis ojos.¡Me encontraba en medio de un grupo de jóvenes católicos entusiasmados y alegres! Ellos me mostraban cariño y me aceptaban como era, pero también me retaban a que creciera en mi fe. Este retiro, abierto a cualquier católico confirmado, fue una gran experiencia para mí como persona. En vez de aprender de sacerdotes y religiosas, aprendía sobre mi fe de otros jóvenes de mi edad, desde nuestra perspectiva. Escuchaba sobre sus experiencias de conversión y amor. Todos los que sirvieron en ese ministerio, ese fin de semana, eran menores de 21 años e irradiaban alegría. Nos demostraban afecto y oraban por nosotros. Pero si uno quería continuar y formar parte del equipo, tenía que vivir de acuerdo a ciertas normas. La expectativa era que uno se tenía que abstener de toda droga y alcohol, abstenerse de las actividades sexuales, asistir a Misa todos los domingos, y ser pro-vida. Se esperaba que uno se convirtiera en líder en su parroquia católica. Como mujer joven, el mayor reto para mí era ser activista pro-vida. Hasta ese momento, yo me había considerado una persona a favor del derecho a decidir sobre el aborto y era firme creyente en el control de la natalidad. Pensaba que a ni a mi ni a nadie debería importarles las decisiones sobre el estilo de vida de una joven. Este grupo de personas me enseñó a ver el valor de la dignidad de cada persona. Llegué a ver el carácter sagrado de la creación y desarrollo de un ser humano, desde el momento de la concepción, y la razón por la cual las relaciones sexuales tienen que reservarse para el matrimonio. En el retiro, una pareja casada habló abiertamente sobre las alegrías y pruebas de vivir las enseñanzas de la Iglesia católica con un corazón caritativo, sabiendo que la Planificación Familiar Natural es lo mejor para las almas. A todos los miembros del equipo organizador del retiro se les dio la oportunidad de asistir a la Jornada Mundial Juvenil en Toronto, Canada, con el Papa Juan Pablo II (ahora declarado santo) en el verano después de mi graduación de la escuela preparatoria. En preparación para este viaje, pasamos el año leyendo sobre las enseñanzas de la Teología del Cuerpo y el Amor y la Responsabilidad. Estudiamos sobre la diferencia entre el amor y el uso de la persona. Aprendimos sobre la intención original de Dios en torno al vínculo matrimonial. La forma en que este hombre mayor hablaba sobre las relaciones, me dio esperanza para mi futuro. Hasta ese momento, había abandonado la ilusión de tener una familia. Pensaba que las relaciones comprometidas eran inasequibles, dado el estado actual de la revolución sexual. Después de leer las enseñanzas de Juan Pablo II, comprendí que obedecer el designio de Dios creaba respeto y amor entre un hombre y una mujer. Supe que yo quería este estilo de vida para mí y para mi futuro esposo. Ahora estoy casada y nuestros tres hijos pequeños son un gran regalo para nosotros. Aprendí durante esos años formativos que las “reglas” de la Iglesia no son un obstáculo para nada. Están ahí para proteger mi corazón y mi cuerpo de ser usados para los objetivos de terceros. En aquel tiempo, no tenía idea de cuán valientes eran mis líderes. Escuchar los relatos de mis contemporáneos, y su falta de formación, me han mostrado que Dios puede actuar a través de los laicos católicos. Solamente se tiene que ser valiente al instruir a los estudiantes y a otros líderes sobre las verdades de la doctrina de la Iglesia católica.