Existe realmente un problema? Ésta parece ser la primera pregunta que muchos se hacen hoy. Nuestra sociedad tiende a ver la pornografía como una fantasía que no tiene víctimas y es inofensiva. Fantasía sí lo es, pero sin víctimas o inofensiva, no lo es.
El hecho de ver pornografía, realmente no es un fenómeno nuevo. “Imágenes sucias” han estado dando vueltas tanto como la misma lujuria; es decir, desde el pecado original. Sin embargo, el volumen y contenido pornográfico ha cambiado dramáticamente en nuestro tiempo. Cuando era niño, la pornografía consistía principalmente de “revistas sucias”, como Playboy. Si alguien quería ver una película pornográfica, tenía que ir a la parte baja de la ciudad y entrar en “esos” cines. Por supuesto, nadie sino “viejos perversos” hacían eso.
Luego vino la llegada de las cintas de video. Ahora, la pornografía se podía ver en la privacidad del propio hogar. Luego vino el DVD, lo que hizo la cosa más fácil. Después de eso, el internet la llevó a estar “en demanda”. Ahora, uno puede ver pornografía en nuestro teléfono en cualquier lugar y a cualquier hora. Esto ha sido realmente una revolución, y a menudo dirigida por la industria de la pornografía.
¿Habría algo malo con eso? El Catecismo de la Iglesia Católica dice que: “La pornografía consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico”. (No. 2354)
¡Ésta es una enseñanza muy clara! Desgraciadamente, es ignorada o desconocida por la mayoría. Con todo, si las enseñanzas de la Iglesia fueran atendidas fielmente, se podrían prevenir una gran cantidad de daños a tantas almas. Ésta enseñanza, por supuesto, no sólo obliga a los católicos. Obliga a todo ser humano decente, pero en especial a los cristianos. Nuestro Señor Jesucristo, por ejemplo, prohibió a un hombre a que mirara lujuriosamente a una mujer (Mt 5, 28-30), ya que esto es el propósito de la pornografía.
No obstante, sumado a al problema moral y doctrinal, la pornografía también es psicológicamente dañina. Tiene sus raíces en la fantasía y atrae a aquellos que no tienen o no pueden entablar verdaderas relaciones con el mundo. Aleja a estos individuos de la interacción humana auténtica y el compromiso real con el cónyuge.
Para nosotros, los seres humanos, el sexo es mucho más que una simple interacción física con un cuerpo. Para nosotros, la expresión sexual implica la persona entera y debe ser una expresión de un amor casado auténtico y comprometido, abierto a la posibilidad de procreación.
Desafortunadamente, la adicción a la pornografía está creciendo dramáticamente y muchos están encerrados en espirales descendientes terribles. Es un gran mal y cobra terribles cuotas personales y familiares. En mis 18 años como sacerdote, lo he escuchado en confesión muy frecuentemente de parte de hombres, pero en años recientes, también de parte de mujeres. Esta adicción tiene la capacidad de destruir matrimonios.
Entonces, ¿qué hacemos? Muchos necesitan una ayuda significativa para romper con ello, y hay programas de 12 pasos, que pueden ser ayuda para algunos. Aun así, todos se pueden beneficiar de los siguientes puntos:
1) Habla con alguien acerca tu adiccion – El poder del pecado es la oscuridad. Es importante poder rendir cuentas a alguien. El mejor lugar para empezar es el confesionario con un confesor regular.
2) Date cuenta que la pornografía no es una actividad que no deja víctimas – El adicto es la primera víctima. El resto de la familia son víctimas también. Date cuenta que al usar la pornografía estás aprobando y promoviendo la prostitución.
3) Date cuenta de tu dignidad como hijo de dios – No eres un animal que no tiene auto-control. Tú tienes un alma inmortal y tienes el poder de la razón y el auto-control. Los seres humanos no somos guiados puramente por instintos básicos.
Algunos consejos prácticos que he dado durante estos años a los penitentes, incluyen los siguientes:
1) Haz uso frecuente de los sacramentos especialmente de la confesión y de la Sagrada Comunión
2) Da prioridad a la oracion en tu vida. El Rosario es una oración especialmente poderosa.
3) Toma unos pasos practicos para prevenir en que caigas en pecado: a) teniendo tu computadora de tu casa en un lugar público; b) instala un filtro anti-pornografía y da la contraseña a un ser querido de confianza; c) usa la computadora solo para lo necesario y no te permitas navegar por la red libremente sin ningún objetivo. Todo lo que hemos dicho previamente, también puede aplicarse a los smart phones y otros aparatos de comunicación.
En una columna escrita por el arzobispo Chaput, él hacía esta importante observación: «La confusión sexual en la alta sociedad de Estados Unidos, ahora tiene un eco en cada esquina de la vida americana. Enfermedades de transmisión sexual, abuso sexual infantil, depredadores adultos en internet, divorcio, cohabitación, y casi cualquier otro indicador del puesto de una sociedad disfuncional a niveles epidémicos. Sin embargo, muy pocas personas se atreven a nombrar la mayor crisis ambiental que enfrentamos: una industria pornográfica multimillonaria que vierte basura en nuestros hogares cada día a través de la red y otros medios… La pornografía jamás es “un entretenimiento inocente”, no importa lo privado que parezca. Convierte seres humanos en objetos. Embastece nuestros apetitos. Oscurece nuestra habilidad para ver la real belleza humana. Crea expectativas imposibles sobre la intimidad sexual. Mata el romance duradero y la amistad entre los sexos. Y, ulteriormente, es una mentira y una trampa. La pornografía es una copia barata, rápida y vacía de la realidad – el verdadero gozo de la intimidad sexual compartido por un hombre y una mujer que han unido sus vidas en un matrimonio lleno de amor».
La industria de la pornografía se ha rearmado por el internet y por lo que ha sido llamado el efecto de «la máquina triple A»: accesible, asequible y anónimo. El uso creciente de la pornografía en internet revela que estamos en aguas muy revueltas. Todos los católicos deberíamos tratarla como una realidad espiritualmente oscura en su esencia. Si tú o un ser querido ha sido atrapado en esta adicción, de todos modos, hay ayuda. “Donde abundó el pecado” – como San Pablo dice en la Carta a los Romanos, “sobreabundó la gracia”.