¿Para quién va a comprar flores?” Un compañero seminarista preguntó tímidamente el día 8 de marzo de mi primer año como estudiante en Roma. Yo no sabía de que estaba hablando, pero me había dado cuenta que había muchas personas en las esquinas de las calles vendiendo flores esa mañana. El me explicó que era el Día Internacional de la Mujer, en la que los hombres compran flores para las mujeres, para mostrar su respeto y aprecio. En Estados Unidos, esta costumbre se ha ensombrecido por la celebración de novios del día de San Valentín, y para las madres en el Día de las Madres, pero en otros países, cualquier mujer puede ser honrada con flores en el “Día de la Mujer”. ¿Tenemos un lugar de honor para la mujer de la sociedad moderna? Parece más bien que nuestra cultura les está mostrando un gran deshonor.
En el último año, nuestro país experimentó un debate público muy conocido sobre proveer anticonceptivos gratis, la esterilización y medicamentos que inducen el aborto para todas las mujeres que trabajan, pagados por los empleadores, sin importar si esto iba en contra de sus creencias religiosas; o si trabajaban para las instituciones religiosas, como hospitales y escuelas católicas. En las mentes de muchos políticos y formadores de la sociedad, tales procedimientos y las píldoras son considerados como “servicios médicos preventivos”, esenciales como parte de la asistencia básica de salud. Es importante hacer señalar que la libertad religiosa está siendo pisoteada en violación de las convicciones de las organizaciones religiosas y de cada individuo. Ese enfoque ha estado al frente de la oposición al Mandato de los Anticonceptivos.
Pero también hay otro debate que no ha sido cuestionado tan agresivamente, a pesar de que es primordial. Es precisamente el debate sobre la anticoncepción. El otro lado nos quiere hacer participar en ese debate, pensando que pueden avergonzar y ridiculizar nuestra posición como irrelevante. Creo que hay que pelear esta pelea, porque si somos tan astutos como serpientes y sencillos como palomas, podemos ganar sin lugar a duda.
“Hay una guerra contra las mujeres” – así es como algunos políticos y portavoces de medios introdujeron el tema cuando los obispos católicos de Estados Unidos hablaron ante el Congreso hace dos años. Y tienen toda la razón. Pero están totalmente equivocados acerca de en qué lado están. El desarrollo de los acontecimientos ha puesto las líneas de batalla en alto relieve. Lo que esta en juego no puede ser más importante.
El Bendito estratega de guerra Juan Pablo II describió las dos partes en la lucha: Entre los que favorecen la anticoncepción artificial y los que se oponen a ella, hay “una diferencia que es mucho más amplia y profunda de lo que normalmente se cree, y que en el análisis final implica dos conceptos irreconciliables el de la persona humana y el de la sexualidad humana . . . . [Uno] implica la aceptación del ciclo de la persona, que es la mujer, y así aceptando el diálogo, el respeto mutuo, la responsabilidad compartida y el auto-control. . . . “
Por otra parte, “cuando las parejas, mediante el recurso a la anticoncepción, separan estos dos significados [de hacer el amor y dar vida], que Dios el Creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en el dinamismo de su relación sexual, actúan como «árbitros» del designio divino y ‘manipulan’ y envilecen la sexualidad humana, y con ella a la propia persona del cónyuge, alterando el valor del don “total” de sí (Familiaris Consortio, n. 32).”
Esto es precisamente lo que el Venerable Papa Pablo VI advirtió en la encíclica Humanae Vitae, que está realmente en el corazón de todo este debate: “Un efecto que es motivo de alarma es que un hombre que se acostumbra al uso de anticonceptivos puede olvidarse de la reverencia debida a una mujer, y sin tener en cuenta su equilibrio físico y emocional, puede reducirla a ser un mero instrumento para la satisfacción de sus propios deseos, y ya no considerarla como su pareja a quien debe rodear con cuidado y afecto”. (n.17). Pero, ¿qué saben esos hombres viejos y célibes en Roma sobre el amor? Bueno, vamos a ver lo que otros papas han dicho:
“Los métodos artificiales son como poner un premio sobre el vicio. Hacen a los hombres y mujeres imprudentes. . . . La naturaleza es implacable y se vengara plenamente por cualquier violación de sus leyes. Si los métodos artificiales se convierten en el orden del día, el resultado no puede ser otro mas que la degradación moral”. ¿Qué Papa dijo esto? Mahatma Gandhi, el “Papa” de la justicia social.
Aquí hay otro: “Abandono a la [procreación] es la característica común de todas las perversiones. Se describe toda actividad sexual como perversa si se ha renunciado al objetivo de la procreación y persigue la obtención del placer como un objetivo independiente de ella”. Esto fue dicho por Sigmund Freud, el “Papa” de la psicología moderna.
Muchos grandes pensadores – y todos los Cristianos – se opusieron violentamente a la anticoncepción artificial; fueron los legisladores protestante que redactaron las leyes en su contra en el siglo 19 en los Estados Unidos. Apenas en 1930 la Iglesia Anglicana dio su brazo a torcer, permitiendo la anticoncepción en algunos casos. Esta grieta en la pared conllevó al derrumbe de la presa de la unificación de la doctrina moral Cristiana, y los enemigos de las mujeres comenzaron a invadir las líneas de ataque.
Luego, en 1968, la Iglesia Católica tomó una posición final contra la tropa enemiga que estaba invadiendo. El coraje y la valentía de ese momento difícilmente pueden ser exagerados. En ese verano rebelde, el comandante y jefe de la Iglesia Católica, el Venerable Papa Pablo VI, emitió su documento, el ahora infame, Humanae Vitae, en la vida humana, sobre la regulación de los nacimientos. Era una enseñanza no tanto sobre lo que se revela en las Escrituras, y por lo tanto solamente accesible a los creyentes, – para los católicos – sino una revelación a través de la naturaleza, y evidente para cualquier persona que cuidadosamente usa la razón.
A diferencia de Gandhi y de Freud, la gran mayoría de los intelectuales de nuestros días se han retirado del punto de vista de la ley natural de este asunto. Y los creyentes religiosos, incluyendo a todos los demás cristianos, también han abandonado el frente de batalla. Sólo la Iglesia Católica mantiene esta interpretación de la naturaleza humana. Por lo tanto, se describe erróneamente como una enseñanza “Católica”. No es así, pero si somos los únicos que le hacemos frente a la avalancha de mentiras y lesiones contra la naturaleza humana. Y ahora tenemos que ser los líderes de la contra-ofensiva.
Hubo una distorsión sobre este debate. “Mike Huckabee [destacado protestante] se unió a la lucha contra el mandato del presidente diciendo:”Todos somos Católicos hoy”. ¿En serio? Sabe usted, quien no es “todo Católico” hoy? Todos los católicos de hoy. Entonces se sacaron a relucir las estadísticas usuales que dicen que el 98% de las mujeres católicas no siguen las enseñanzas de la Iglesia en esta área de su vida. Aunque la referencia es parcialmente inexacta, por desgracia todo esto es cierto.
Esta diferencia de las enseñanzas de la Iglesia católica y la práctica llevó a la Casa Blanca a decir a los obispos de Estados Unidos en la reunión del año pasado: su propia gente no está de acuerdo con ustedes – ustedes deben seguirlos a ellos. La lección para nosotros es que, mientras que la Iglesia ha tomado una posición, sus profesores no han armado a sus rangos y miembros con eficacia de raíz y con entendimiento de la verdad de Humanae Vitae. Esta es una situación trágica, sobre todo en medio de una guerra. El concepto fundamental de la dignidad de la persona humana – especialmente de las mujeres – está en juego. Sin embargo, esta batalla es también una increíble oportunidad para todos los Católicos de participar con valentía en esta lucha.
El año pasado, en el National Catholic Register, una columnista escribió un artículo titulado: “Padre, ya estamos listos para esa Homilía sobre la Anticoncepción.” Ella describe el hecho de que en todos sus años de ir a Misa nunca había oído una homilía sobre el tema y debido a que ella antes había usado anticonceptivos no se sentia cómoda con la postura de la Iglesia sobre el tema. Esto es probablemente cierto sobre muchas personas sentadas en las bancas de una parroquia típica. Y los sacerdotes se mostraron reluctantes a abordar un tema tan delicado e íntimo. Sin embargo, ahora se nos ha dado una oportunidad de oro: el tema fue publicado en la primera plana de todos los periódicos y por semanas, fue repetido en las emisoras de noticias cada hora. Este tema fue visto por el público, día tras día, como la marca de identidad Católica.
El público ya está listo para que la Iglesia explique la verdad en un ambiente tranquilo, razonable y prudente, de una manera compasiva. Si no hacemos esto en los próximos meses, estaremos perjudicando a nuestras tropas de la peor forma en el estruendo de la batalla! Vamos a armarlos con la belleza y la verdad de las enseñanzas de la Iglesia sobre la dignidad humana, la vida y el amor. Ellos están anhelando el antídoto a la cultura de la muerte que ha inundado nuestra sociedad, especialmente en los últimos cuarenta años. Muchas veces he escuchado la reacción de las personas que aprenden esto por primera vez: “Fui a la escuela Católica y a misa toda mi vida. ¿Por qué nunca nadie me dijo esto antes? “Una joven escribió al ver los detalles de su propio ciclo de fertilidad, ” ¡Nunca supe qué de verdad soy tan hermosa!” El Arzobispo Cordileone de San Francisco profetizó en la Conferencia de Estado de CANFP en el 2008 que esta enseñanza sobre el amor y la vida será el vehículo para la nueva evangelización, ya que responde a los deseos más profundos del corazón humano, especialmente en nuestros días. Todos nosotros, sacerdotes y laicos, debemos estar listos y dispuestos a dar una explicación de lo que los católicos seguimos creyendo sobre este tema. Armemos a las tropas para la batalla. Defendamos la verdad y la dignidad de la persona humana en esta guerra contra las mujeres. Por último, sabemos quién ganará: “Ella te aplastará la cabeza (Génesis 3:15)”, y el triunfo será eterno.
Este plan de batalla es mi ramo de flores para todas las mujeres, en honor de su innato genio femenino!