G. K. Chesterton insistía famosamente que qualquier cosa que vale la pena hacer vale la pena hacerla mal. Este dicho de Chesterton no sólo va maravillosamente en contra perfeccionsimo sino que arroja una luz profunda a la estructura de la psicología moral humana: adquirimos las virtudes por practicar comportamiento virtuoso antes de somos virtuosos. Esta sabiduría ciertamiente tiene aplicación a la planificación natural de la familia (NFP) y su correspondiente vision de la sexualidad integral.
En años recientes ha pasado a ser un tema frecuente en circulos de planificación natural de la familia hacer énfasis sobre la cuestión de las causas justas exigidas por la moral natural para abstener del acto matrimonial durante periodos fertiles. Esto es claramente un aspecto muy importante del uso virtuoso de NFP. La abstención durante periodos fertiles sin causa justa sería cortar el pleno florecer de la sexualidad humana. Sin embargo éste enfásis a menudo va más allá de lo correcto, y algunos aconsejan cuidado con el uso de NFP como si se tratase de una forma de anticoncepción Catolico si se usa con una mentalidad anticonceptiva.
Aquí tenemos tanto un analisis moral equivocado y un ejemplo de lo perfecto como enemigo de lo bueno. Debemos comprender claramente y decisivamente que es moralmente (y fisicamente) imposible que el NFP sea anticonceptivo. Los métodos para determinar periodos de fertilidad y de abstención durante esto periodos no toca al objeto moral del acto sexual en lo más minimo y deja al acto perfectamente libre y abierto a ser una unión integra de amor y de vida según la lógica del amor sexual.
Es cierto que la pareja que usa NFP puede cometer verdaderos pecados en cuanto a su intención, por ejemplo cometiendo pecados de egoismo, falta de generosidad, avaricia u falta de confianza en la Providencia Divina. Sin embargo nunca se puede decir que la pareja que usa NFP comete pecado por el hecho de usar anticonceptivos. Este es un punto de suma importancia con ramificaciones espirituales y sociales: el amor conyugal integro es un bien tan grande para las almas de los esposos y de la sociedad que vale la pena aún hacerlo mal (es decir, con motivos mixtos o intenciones egoistas). Si pudieramos convertir a las parejas que usan anticonceptivos al uso de NFP sería un victoria decisiva a favor de la salud espiritual y emocional de las almas y de la sociedad.
Al inicio es cierto que muchas parejeas utilizarán mal el NFP. Continuarán con el mismo egoismo y miedo que les llevába a usar anticonceptivos. Pero su vida sexual será más plena y encontrará un ordenamiento moral justo. Será más espacio en su vida matrimonial para crecer y poco a poco estarán más y más abiertas al correcta actitud de confianza y aceptación de la Providencia Divina en el uso del amor conyugal. Yo quisiera tener una parroquia llena de parejas usando mal NFP!
Actualmente la influencia prevalente de la mentalidad anticonceptiva es un peligro real y urgente para la civilización Occidental. Ya lo era antes de ser descrito asi por el sociologo Jesuita Stanislas de Lestapis en 1960. También es verdad que sería posible en casos extremos que alguna pareja use NFP de modo contario al significado del matrimonio. Por ejemplo si una pareja que desea casarse descarta por completo la apertura al don de hijos antes de casarse. Su intención haría invalido su matrimonio. Estos son males graves que exigen ser combatidos con amor y con razonamientos claros.
A pesar de todos los problemas que nos rodean debemos insistir en esta distinción entre el uso de NFP (aún egoista) y la violencia que se hace al acto conyugal por cualquier tipo de anticonceptivos. ¡Que gran diferencia existe en el abrazo matrimonial entre el uso de anticonceptivos y el uso de NFP! Es la diferencia entre la vida y la muerte.