Recientemente Charlotte Wessel Skovlund, MSc et al realizó un estudio en la Universidad de Copenhagen (University of Copenhagen) que analizó la correlación entre la depresión y el uso de los anticonceptivos hormonales. El estudio en sí se llevó a cabo en Dinamarca y duró un lapso de trece años, considerando a más de un millón de mujeres entre las edades de 15 a 34 años.
Los resultados de este estudio longitudinal sugieren que hay una mayor incidencia de trastornos en el estado de ánimo en las mujeres una vez que se les han recetado anticonceptivos hormonales, con el riesgo de que a las adolescentes se les suele recetar antidepresivos más que a las mujeres de más edad. De hecho, dependiendo del tipo de anticonceptivo que se use, las adolescentes podrían tener hasta 3 veces mayor riesgo de que se les receten antidepresivos por primera vez después de que hayan empezado a usar anticonceptivos hormonales. Por ejemplo, a las jóvenes adolescentes que usaron anticonceptivos hormonales en la forma de parche, anillo o dispositivo intrauterino, se les aumentó por 3 veces el riesgo de que se les diagnostique con depresión. Aquellas jóvenes que usaron píldoras con progestina sola tuvieron un aumento de 2,2 veces en ese mismo riesgo, y las que usaron anticonceptivos orales consistiendo en píldoras con combinación de hormonas, tuvieron un aumento de 1,8 en el riesgo de utilizar antidepresivos posteriormente. Como mínimo, esto significa que las jóvenes adolescentes que usan anticonceptivos hormonales tienen casi dos veces la probabilidad de que se les diagnostique posteriormente con depresión, y la frecuencia con que se diagnostica a estas mujeres es mayor durante los primeros seis meses de usar los anticonceptivos. Todos los anticonceptivos hormonales analizados en este estudio contenían progestina como su base. Los folletos informativos que acompañan estos fármacos sí mencionan la depresión como un posible efecto secundario, y no se espera que a las mujeres que tienen un alto riesgo de sufrir depresión se les receten anticonceptivos hormonales. Por lo tanto, dada la mayor incidencia de diagnósticos de mujeres que sufren depresión por primera vez y del uso posterior de antidepresivos, esto significa que a las mujeres que originalmente tenían un bajo riesgo de sufrir depresión se les recetaron estos anticonceptivos hormonales y ahora tienen que sufrir estos efectos secundarios negativos. Las jóvenes adolescentes entre las edades de 15 a 19 años, en particular, corren un riesgo aún mayor de sufrir depresión a consecuencia de estos anticonceptivos. La depresión es un factor de riesgo importante para el suicidio, y el suicidio es ahora la causa principal de muerte entre las mujeres de 15 a 19 años. A diferencia de los anticonceptivos hormonales, al aprender cómo llevar un historial de su ciclo menstrual estas jóvenes mujeres tendrán la facultad de entender mejor sus cuerpos. A veces el estado depresivo tiene mucho que ver con una fase particular del ciclo y se pueden tomar pasos proactivos por adelantado para minimizar su impacto. Debemos abogar por las mujeres jóvenes en nuestra sociedad y protegerlas, lo cual se puede lograr al animar a las personas que conocemos para que inviertan su tiempo para concientizarse sobre la fertilidad y adquieran la facultad de estar a cargo de sus propios cuerpos.
Association of Hormonal Contraception With Depression Charlotte Wessel Skovlund, MSc1 et al. JAMA Psychiatry. Publicado en línea el 28 de septiembre de 2016. doi:10.1001/jamapsychiatry.2016.2387