Yo tenía 38 años de edad cuando me casé, y presumí que ya habían pasado mis años para tener familia. Entonces mi esposo y yo no pensamos mucho en la posibilidad de tener bebes. Nos encontrábamos al mando de una organización pro-vida a nivel nacional, viajando y dando presentaciones alrededor del mundo, viviendo una vida de celo misionero.
Recuerdo haber tomado un curso de Planificación Familiar Natural (NFP) y haber pensado—en realidad yo no necesito esto, ¿verdad? Es decir, ¿cuáles son mis chances de concebir? Pero aprendimos NFP de todas maneras, pensando que de esta manera sabríamos como trabaja mi cuerpo.Ahora, seis años después y después de seis bebes, mi esposo y yo estamos absolutamente convencidos que NFP es la manera de hacerlo. La hemos usado de todas las maneras posibles—para posponer teniendo hijos durante un tiempo difícil, para concebir, y para dejar todo por completo a la voluntad de Dios.
Aunque cuatro de nuestros niños decidieron que no estaban interesados en quedarse en la tierra, y se escaparon al cielo, antes que sus padres, tenemos dos hermosas hijas que decidieron quedarse—la última llegó unos días después de la Navidad. Se encuentra acostada a mi lado haciendo tiernos sonidos de dinosaurio mientras que escribo esto.
Cuando miro a mis hijas y contemplo los misterios únicos que ellas son, lo que más me llama la atención es lo libres emocional y psicológicamente que son los niños. Juliette que cuenta con tres años vive cada parte de su naturaleza humana con una completa aceptación y asombro. Si es tiempo para un baño, escuela, comida, siesta o solo juego, ella toma ventaja de cada oportunidad para explorar su mundo y dejar que las experiencias naturales se desarrollen. Ella hasta ha tomado el entrenamiento para ir al baño con tranquilidad, fascinándose que todo lo que entra debe de volver a salir.
En cuanto a la recién nacida Elizabeth, duerme, come y hace gruñidos como los demás, nunca preocupándose que sus necesidades humanas puedan ofender a alguien.
Estas dos personitas son una gran contradicción para el mundo moderno, donde se nos enseña que debemos de avergonzarnos de nuestra naturaleza y del trabajo que nuestros cuerpos han sido diseñados a desempeñar. Usamos la contracepción, esterilización, la mutilación y el aborto en nuestros cuerpos hasta dejarlos como una sombra pervertida de lo que fueron creados para ser, mientras que pensamos que nos estamos liberando para vivir unas vidas más perfectas.
Pero el cuerpo humano es una creación maravillosa cuando se le deja que actúe naturalmente. El cuerpo de una mujer está hecho para estar con el de un hombre. Está hecho para tener hijos, sufrir en el parto, crecer y llenarse de leche, y amamantar. Fue creado para abrazar, cargar, besar y dar consuelo. Está hecho para aguantar noches largas sin dormir, y largos días sirviendo a otros. Con cada pañal que ella cambia, cada hambre que ella amamanta, y cada tristeza que ella consuela, su cuerpo revela el sacrificio de Cristo en la cruz. Cuando nuestros brazos se cansan, nuestras rodillas flaquean, nuestras mentes pierden la memoria, y nuestra energía se agota, la cruz nos recuerda para que vivimos- y cada momento de sufrimiento tiene valor.
Todas las incomodidades físicas, los dolores, y los sacrificios que vienen de tener y criar hijos son parte de la experiencia humana- y no quisiera perder ninguno de ellos, porque la vida debe de vivirse plenamente para poderse apreciar. Y vivir la vida plenamente significa agotar nuestros cuerpos por amor.
Pero esta cultura está llena de almas que rechazan esta verdad, poniéndose en peligro. Conozco mucha gente- soltera y casada- que cree que vivir la vida plenamente es el tener todas las experiencias pasajeras y artificiales posibles.
“Jill,” mi amiga menor, es un ejemplo. Jill tiene unos 20 y algo de años, está casada y es Católica. Ella asiste a la iglesia regularmente, pero usa la contracepción porque ella y su esposo desean “experimentar la vida primero.” Esto quiere decir el posponer los hijos para poder acumular riquezas, comprar una casa grande, llenarla con todo lo que jamás hayan soñado en tener, viajar a partes exóticas, y tratar algunas experiencias con riesgo tales como bucear en el fondo del mar, cazar cocodrilos, y dormir al aire libre en una tienda Beduina en el Jordán.
Puedo decir en verdad que aquellas cosas si suenan emocionantes, especialmente lo de la tienda Beduina. Pero cuando se usan como substituto para la vida real, no son más que distracciones temporales que tratan en vano de llenar el hoyo dejado cuando huimos de la implacable voz de nuestra naturaleza.
Personas como Jill tienden a verme a mí y a mi esposo, moviendo sus cabezas con una sonrisa que dice, “Yo sé que en el fondo, le gustaría tener mi clase de vida.” Lo que quieren decir es, “siento que ahora tengan que usar sus cuerpos viendo por las exigencias de una familia y de hijos, en vez de poder ir al cine y a ‘bungee jump’ como yo puedo ir.”
Este temor por la naturaleza humana es primeramente el resultado de una cultura que define la libertad como “libertad de cualquier cosa que se atraviesa en el camino de mis objetivos materiales.” En otras palabras, la mayoría de la gente se siente libre solo cuando pueden escaparse de lo que creen que los detiene de poder actualizar sus ventajas materiales, lo que quiere decir es escapar de las tareas, responsabilidades, otras personas, compromisos, etc.
Casi cualquier clase de compromiso- ya sea una meta que tenga valor tal como el estudio, carrera, o una relación con otra persona—que requiera sacrificio, lo cual quiere decir posponer o dejar del todo aquellas cosas que producen placer, al darnos cuenta que es necesario para el bien del compromiso que hemos hecho. Pero la persona que ha abandonado su deseo natural de usar su cuerpo por amor no puede apreciar esto, porque su meta es de adquirir placer material y de su ego ahora mismo.
Esta mentalidad puede ser especialmente destructiva cuando viene al compromiso del matrimonio. Hay muchas cosas que un esposo y esposa deben sacrificar si quieren promover el bien común de la unión que han formado.
Una manera más saludable de ver la libertad es la siguiente “la libertad de hacer el bien” o “libertad por hacer lo bueno.” Las personas con esta manera de ver se sienten libres cuando pueden ir en busca de su potencial humano, el cual creen que es el amor(el darse a otros). La libertad es entonces el tener la capacidad de ayudar a otros y de promover el bien común para la familia, amigos, escuela, la comunidad y hasta el mundo entero.
Estas personas no ven los compromisos y el sacrificio propio como restricciones a la libertad. Por el contrario, ellos ven estas cosas como ingredientes esenciales para adquirir su potencial más alto. Esto no quiere decir que el sacrificio propio es fácil. Cualquier compromiso trae consigo su tiempo de adversidad, aburrimiento, bajos emocionales y estrés que ponen a prueba la fortaleza del compromiso. Pero estas personas aman el objeto o la meta del compromiso tanto, que el sacrificio vale la pena.
Mi amiga Jill sufre de lo que tantos de sus compañeros sufren- el apasionante temor de que tienen que tener control de todo—su futuro, su destino, sus planes, su fertilidad, y si es el tiempo preciso o no para tener hijos. Ella piensa que necesita este control porque la deja escapar de su vocación natural por la cual su cuerpo añora por vivir. Pero finalmente, uno puede ver el temor más profundo y la depresión que se aproxima a su alma, mientras que ella constantemente duda de sus propios planes, se inquieta por saber “el tiempo preciso” de tener hijos, y se pregunta si hay mejores cosas en la vida fuera de cazar cocodrilos.
El NFP deja que mi esposo y yo vivamos plenamente cada momento, aunque nuestros “planes” hayan sido realizados o no. Siempre hemos sabido que no estamos al mando del timón, y que Dios tiene hace última decisión de recibir vida. Esta clase de libertad vale la pena más que un millón de experiencias mundanas.
Si deseamos que nuestra juventud conozca esta clase de libertad, que experimente la verdadera plenitud de la vida, y que evite el perder aunque sea uno de los dones que ofrece el ser humano, tenemos que enseñarles lo que significa la verdadera libertad, y lo que es ser un humano. Una herramienta excepcional para hacer esto es el currículo de Principios y Elecciones “Principles and Choices” para estudiantes de secundaria, el cual se puede explorar visitando www.principlesandchoices.com.
Al recibir esta clase de educación, abriremos los corazones de los jóvenes a que abracen la dignidad y bondad de su naturaleza humana, y pavimentaremos el camino para que ellos puedan vivir su sexualidad humana plenamente con libertad y gozo.